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Posts Tagged ‘NonNonBa’


Nunca estaré lo bastante agradecida a la editorial Astiberri por darme a conocer, así por las buenas y como quien no quiere la cosa, NonNonBa, la fabulosa-en varios sentidos-autobriografía infantil en manga de toda una institución japonesa que, por supuesto, desconocía completamente. Me refiero a Shigeru Mizuki, originariamente Shigeru Mura, nacido en 1922 y una auténtica variación nipona entre Andersen y los Grimm que, al parecer, fue el gran responsable de que la riquísima tradición mítico- fantasmagórica japonesa continuara vivita, coleando y dando guerra entre las primeras generaciones audiovisuales de su país. La especialidad de Mizuki son los Yokai, una mezcla shinto de fantasmas latosos, demonejos inquietos, trasgus asturianos, «genios» o «divinidades del lugar» latinos, espíritus burlones y ogros de diversa ferocidad y catadura que me sonaban de diversas series, del gore-(Ogreslayer, Claymore), a lo sobrenatural-ecologista-(La princesa Mononoke) o simplemente aventurero (Dororo) Sin contar con variaciones tan entretenidas como los Hollow de «Bleach» o el Kyuubi- zorro de nueve colas alojado en Naruto Uzumaki.

NonNonBa es el apodo con el cual el niño Shigeru nombra a la achuchable ancianita que, allá por los años 30, se dedicó a embutirlo en todo tipo de tradición fantástica japonesa. Shige, el trasunto del autor, es una chiquillo carirredondo imaginativo, comilón y tan obsesionado por dibujar como remolón en los estudios. La inocencia telúrica y sapiencial de la viejecita, campesina semianalfabeta de una pequeña pobación costera de esas que retrataría magistralmente Mishima en «El rumor del oleaje», lugares donde el tiempo va como quiere y donde la gran ciudad es, literalmente, ciencia ficción, marcará para siempre el universo creativo de nuestro futuro autor (Curiosamente, del mismo modo que la incansable abuelita de Kenzaburo Oé, todo un Nobel, martilleaba al niño K con la fundación mítica de su aldea en «La historia de las maravillas del bosque»; las ancianitas-no sólo japonesas-del período de entreguerras como último vestigio auténtico de la tradición oral y los, of course, cuentos de vieja, debieron ser una fuerza de la naturaleza que ni la Blasa.)

Y que nadie se llame a engaño pensando que esta es una historia de batallitas sobrenaturales. Las más de 400 páginas de NonNonBa no son más ni menos que el retrato de un artista preadolescente, la historia de las primeras vivencias del autor de los cinco a los doce años. Con la adorable güelina de ojos desorbitados como nanny encargada de espantar con sus historietas a los niños de la familia Muraki, un padre fumador compulsivo al que tira demasiado la bohemia y sueña con ser guionista de cine (toda una creación memorable) la eterna sufrida madre «que viene de familia samurai, con espada y todo» y los hermanos arquetípicamente mayores y menores, el responsable y el respondón (La historia de su peregrinaje de millas para comer un donut, o la de Shige y su verruga son pura magia infantil). Y con la chiquillería del pueblo enredada en inacabables guerras pandilleras en un ambiente no muy diferente al de Guillermo Brown o Tom Sawyer, pero con la horrenda y omnipresente sombra de la militarización adoctrinada de toda una quinta de niños japoneses que en unos pocos años van a ser carne de cañón sacrificable por la patria y el emperador. La historia personal del autor, un veterano de guerra que sobrevivió a unas experiencias de película en Nueva Guinea, que perdió su brazo de dibujo en un bombardeo y tuvo los redaños de enseñarse a escribir y dibujar con el otro, envuelve a sus recuerdos infantiles de la misma sombra que atenaza cualquier relato de infancia de una primera mitad de siglo XX realmente maldita.

Y luego están esos seres tan incomprensibles, las niñas. «No te juntes con las niñas o te entrará su debilidad», advierte siempre Shige a su hermano pequeño, los dos tan víctimas de su país y época como de esa edad donde las chicas dan tanto repelús como los yokais (Shigeru descubriendo, a los cinco años, cómo hacen pis «ellas» es la escena más mangamundial de lo que llevo de año). Para Shige, las niñas son, literalmente, de otro mundo. Como la primita tísica Chigusa, cuyo lugar está en la Tierra de los diez billones, o la pequeña Miwa, de quien Shigeru cree a pies juntillas que es un elemental que viene de otro planeta…mientras que en la «vida real» está destinada a desaparecer por el sumidero del tráfico de menores.
En fin, NonNonba fue un merecidísimo premio de la Feria Internacional de Angulema, lo que debe explicar sus reseñas en revistas y suplementos culturales-aunque la frecura de su dibujo, tan a lo tebeo clásico español tipo Rue del Percebe o el hecho de que siga el habitual orden de lectura japonés (que pueden dejar los ojos occidentales haciendo chiribitas) hayan desconcertado un tantico. Espero que NonNonba signifique el aterrizaje definitivo de Mizuki en España, porque acabo de encontrarme con un nuevo clásico imprescindible con permiso del padre fundador Osamu Tezuka, otro de la quinta.

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